Desde finales del siglo XII, los edificios del Louvre dominan el corazón de París; situados en las afueras de la ciudad, fueron poco a poco superados por ella y luego incorporados a su centro. Al mismo tiempo, la sombría fortaleza de los primeros tiempos se transformó en la modernizada residencia de Francisco I y luego en el suntuoso palacio del Rey Sol. Esta es la historia de este edificio y del museo que ocupa sus salas desde 1793.