Seleccionado en la sección Panorama de la última Berlinale, el primer largometraje de Anthony Lapia, After, llegará a los cines el 25 de septiembre de 2024. Una noche, un club de música tecno en un aparcamiento subterráneo. Los jóvenes bailan como si no hubiera mañana, la música arrasa con todo a su paso.
La larga y cautivadora escena introductoria de Anthony Lapia capta los detalles de la noche, la fiesta, el baile, la holgazanería al ritmo del techno industrial -de Panzer, el productor que dirige el sello Intervision-, ese que lava los pecados y desobstruye los poros.
Un momento fuera del tiempo, la cámara pegada a los cuerpos, los rostros, las siluetas sudorosas, los ojos cerrados en comunión o placer. Y luego, la cercanía, la energía que fluye por los cuerpos, las palabras cubiertas por las patadas, los abrazos húmedos y las sustancias que pasan de las manos a las fosas nasales.
Aunque el bajo presupuesto de esta primera película (60.000 euros) puede justificar o incluso excusar la imagen granulada y elaspecto voluntariamente documental de la obra, hay algo más que eso, en el deseo de captar la fiesta tal como es, desnuda como esta imagen granulada. Después de este primer tercio, la palabra toma de repente su lugar en la sala de fumadores. Es aquí donde Félicie(Louise Chevillotte) conoce a Saïd(Majd Mastoura) y le invita a continuar la velada en su casa, cara a cara, en la fiesta posterior.
La fiesta pública -aunque clandestina- da paso a un encuentro íntimo para dos, un vértigo químico de debates sociales entre estas dos personas que nunca estuvieron predispuestas a conocerse. Ella es abogada penalista, dispuesta a contarle sus primeras experiencias; él es conductor de VTC (todavía lleva su camisa blanca de trabajo en el club), más reservado pero encantado de hablar de su activismo.
Con gracia, Anthony Lapia opta por una puesta en escena minimalista, dejando espacio para las discusiones nocturnas. Desde una evaluación del mundo de la vida nocturna ("Siempre es lo mismo, la gente está colocada, tus compañeros son escandalosos, tienes que lidiar con ellos. Ya no creo en ello, conoces a mucha gente con la que compartes muchas cosas pero no recuerdas nada. La energía es demasiado volátil, casi no existe") a una observación contundente sobre la justicia, el clima y el neoliberalismo "que ha ganado" al "jodernos con la comodidad", los dos noctámbulos hablan como si nada pudiera detenerles, dejándonos espectadores de estos intercambios facilitados por sustancias que sueltan las lenguas, pero que al final resultan de tan acertada actualidad.
Y entonces, como por arte de magia, la fiesta reaparece en la pantalla, con la película yendo y viniendo entre el piso y el aparcamiento subterráneo donde los cuerpos casi desnudos se convierten en uno, pero sin descender nunca a la escabrosa noche. La película culmina con una hermosa escena en la que la magnética versión de I Go To Sleep, de The Kinks, interpretada por Anika, resuena en los altavoces de Félicie, desbordando el encuadre e impregnando el club de un ritmo perfecto.
After tiene todos los ingredientes de una película-experiencia, tanto sensitiva como sensorial.
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