Iglesia de Saint-Séverin, en el Barrio Latino

Visitar laEglise Saint-Séverin es como retroceder en el tiempo al viejo París. Para llegar al edificio, hay que callejear por las estrechas y sinuosas calles del 5º arrondissement. Y la iglesia en sí es un recuerdo de una época pasada, bañada en una atmósfera medieval, con su campanario cuadrado y sus numerosas gárgolas góticas.

Construida en la época merovingia, hacia el 650 d.C., en honor del monje ermitañoSaint-Séverin, la iglesia de Saint-Séverin es la más antigua de la orilla izquierda. Destruida por los vikingos, fue reconstruida en el siglo XIII en el estilo gótico flamígero que aún se puede contemplar hoy en día.

Saint-Séverin se convirtió pronto en la iglesia de los estudiantes de laUniversidad de París, fundada por Philippe Auguste a finales del siglo XII, y en la sede de sus asambleas. También era laiglesia de los viajeros, ya que estaba situada cerca del puente que unía la orilla izquierda con la isla de la Cité. En 1448, un incendio la destruyó parcialmente, pero posteriormente fue reconstruida con gran esmero.

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Durante la Revolución Francesa, laiglesia de Saint-Séverin, como la mayoría de las iglesias, perdió su función de lugar de culto y se transformó en depósito de pólvora, y después en almacén de forraje y campanas. Cabe destacar que Macée, una de las campanas más antiguas de París, fundida en 1412, ¡todavía se puede encontrar hoy bajo la torre de la iglesia!

Durante su visita, no olvide dar un paseo por el jardín, que a partir del siglo XV sirvió de cementerio tanto a los notables parisinos como a la gente corriente. Los arqueólogos han encontrado incluso vestigios de sarcófagos de la Edad Media, lo que demuestra que ya existía un cementerio antes del siglo XV. No se pierda el doble deambulatorio y la hermosa columna retorcida del interior de la iglesia.

Y como anécdota, sepa que fue en el cementerio de laiglesia de Saint-Séverin donde, en enero de 1474, se practicó la primera operación quirúrgica para tratar la enfermedad de las piedras (cálculos renales). Luis XI dio luz verde a la operación, que se practicó a un condenado a muerte, a quien se prometió el indulto si la operación tenía éxito. Y así fue.