En el corazón del mayor cementerio de la capital, el Père-Lachaise, un enorme mausoleo domina las tumbas vecinas de la 19ª división. En esta majestuosa tumba reposa Elisabeth Alexandrovna Strogonoff-Dominoff, condesa de origen ruso.
Sin embargo, tras la belleza de este monumento funerario se esconde una oscura leyenda urbana. Se dice que en un testamento que depositó ante un notario parisino, la condesa indicaba que legaría una fortuna equivalente a dos millones de rublos a quien aceptara pasar 365 días y 366 noches en su bóveda. Durante este periodo, la persona tendría que permanecer cerca del ataúd y no abandonarlo bajo ninguna circunstancia. "No le disgustaba que la gente comiera bien y leyera libros divertidos a su lado. Pero no debía separarse de ella ni un segundo. Era una condición expresa de su generosidad".
Las almas aventureras habrían probado suerte, pero ninguna habría conseguido llegar tan lejos sin volverse loca. Según algunos oscuros rumores, esta tumba contenía en realidad una entrada directa a... el inframundo. Aunque algunos temerarios se han ofrecido posteriormente a hacer compañía a los difuntos, el cementerio se niegaa ceder a las peticiones.