Ah, París, la Ciudad de la Luz, la ciudad más romántica del mundo, con monumentos antiguos y donde se vive bien. Salvo que la vida real no es como en las películas, y los extranjeros que vienen a visitar la capital pueden encontrarse terriblemente decepcionados al final de su estancia. Esto tiene un nombre, el síndrome de París, diagnosticado en 1986 por el psiquiatra Hiroaki Ōta, sobre todo en relación con los turistas japoneses.
A fuerza deidealizar Francia y París viendo películas como Amélie Poulain, por ejemplo, los visitantes japoneses de la capital se sienten engañados. En la década de 1980 comenzó el turismo masivo de japoneses a Francia, ya que París se veía en elimaginario colectivo como la ciudad de la moda y el lujo. Pero una vez allí, la brecha con la realidad es significativa.
La psicoanalista Eriko Thibierge-Nasu cuenta a Geo que las más afectadas fueron las jóvenes japonesas,"algunas de las cuales se encontraron con deudas fenomenales, otras sintieron una gran discrepancia en la forma en que eran recibidas, porque pensaban que iban a ser tratadas como princesas". Estos trastornos fueron impresionantes en los años 80, generando comportamientos antisociales, ansiedad por la forma en que les miraban los demás e incluso alucinaciones.
Este síndrome no sólo afecta a París, evidentemente, y forma parte del"síndrome del viajero". Es un sentimiento que puede suceder a turistas de todo el mundo, si una ciudad que imaginaban excepcional no corresponde a sus expectativas. El síndrome de Florencia puede suceder a los turistas que se sobreexponen a las obras de arte, por ejemplo. Hoy en día es menos probable que esto ocurra gracias a Internet, que facilita la obtención de información. A los turistas japoneses, en cambio, puede costarles adaptarse al modo de vida parisino y confundirles el hecho de que los servicios franceses no funcionen como en su país.
