¿Sabía que la crecida del Sena en enero de 1910 se considera una de las más catastróficas de la historia de París? Este acontecimiento, a menudo conocido como la inundación de los cien años, no sólo sumergió media ciudad, sino que dejó una huella indeleble en la historia parisina. Profundicemos en la historia de esta memorable inundación.
La inundación comenzó el20 de enero de 1910. En aquella época, París era el mayor puerto de Francia, rivalizando en importancia con Marsella y El Havre. Este periodo estuvo marcado por una modernización acelerada, con la expansión de la electrificación, el desarrollo del metro y la aparición de los vehículos de motor, símbolo de una ciudad en plena transformación desde el final del Segundo Imperio. A pesar de una gran crecida del Sena en 1876, la población no se inquietó, y la confianza en el progreso tecnológico y en la modernización de las infraestructuras de la ciudad hizo que apenas preocupara la posibilidad de otra gran crecida, considerada prematura.
Sin embargo, ese invierno se caracterizó por unas condiciones meteorológicas especialmente desfavorables, con fuertes precipitaciones y temperaturas frías, que hacían impermeable el suelo helado. Como consecuencia, el agua no se filtró en el suelo sino que se escurrió por la superficie, agravando la subida del nivel de las aguas. Las causas de estas inundaciones excepcionales son múltiples. La cuenca del Sena, que abarca una gran parte del noreste de Francia, se vio especialmente afectada por las fuertes lluvias. Además, la situación geográfica de París, en una especie de cuenca, agravó la amplitud de las inundaciones. El desarrollo urbano y la densificación de la red de alcantarillado contribuyeron a la rápida propagación del agua por la ciudad.
Cuando los parisinos se despertaron aquel día bajo el frío y la lluvia, descubrieron al zuavo del puente del Alma sumergido hasta los pies, señal de advertencia de la inminente crisis. Rápidamente se prohibió la navegación por el Sena, señal de advertencia de la gravedad de la situación.
Los ríos Yonne, Loing, Grand Morin y Marne, crecidos por las incesantes lluvias, vertieron sus furiosas aguas en el Sena, provocando una subida del nivel del agua sin precedentes. El 26 de enero, el nivel alcanzó casi 7,51 metros, inundando los muelles y convirtiendo lugares emblemáticos como la Gare Saint-Lazare y el Boulevard Haussmann en extensiones de agua. El punto álgido de la inundación llegó el 28 de enero, cuando el nivel del agua subió hasta los 8,62 metros, alterando radicalmente la vida cotidiana de los parisinos, que tuvieron que navegar por la ciudad en barco.
Al día siguiente, aunque dejó de llover y el Sena empezó a retroceder, las consecuencias fueron desastrosas: se inundaron 40 kilómetros de vías urbanas, lo que afectó a 12 distritos y afectó a 200.000 edificios. Numerosos monumentos, entre ellos el Palacio de Justicia y sus valiosos archivos, fueron engullidos. Los daños materiales ascendieron a más de 400 millones de francos oro, unos 1.600 millones de euros actuales. Fueron necesarios ingentes esfuerzos para restaurar y reforzar las estructuras dañadas. Este acontecimiento tuvo un profundo impacto en la sociedad, dominando las conversaciones y el mercado de las postales en Francia hasta 1913. Abajo, la Gare d'Orsay y el Jardin d'Acclimatation bajo el agua.
A partir del 30 de enero, la crecida disminuyó progresivamente, pero no fue hasta el 15 de marzo cuando el Sena volvió a su cauce normal y la vida retomó su ritmo habitual. Esta catástrofe natural se cobró un alto precio: casi 1.500 millones de euros en daños, 5 víctimas y la trágica pérdida de una jirafa en el Jardin des Plantes, que murió de neumonía, por no hablar del impacto en la salud pública, con casos de fiebre tifoidea y escarlatina. Este triste episodio pone de manifiesto la vulnerabilidad de París, a pesar de su condición de gran ciudad portuaria en pleno proceso de modernización.
La inundación también puso de manifiesto la vulnerabilidad de las infraestructuras parisinas. Los sistemas de alcantarillado, recientemente modernizados, se vieron desbordados por la afluencia de agua, lo que contribuyó a la rápida propagación de la inundación. Además, la parada de la Société urbaine d'air comprimé hizo que los relojes públicos y los ascensores quedaran fuera de servicio, lo que agravó el caos.
Las consecuencias económicas fueron devastadoras. Los libreros y editores, en particular, pagaron un alto precio, perdiendo existencias enteras de libros. La recesión, que duró varias semanas, dejó tras de sí un paisaje desolador, con calles embarradas, edificios dañados y una economía que hubo que reconstruir. Barrios enteros quedaron sumergidos, infraestructuras vitales dañadas y la economía local gravemente afectada. Imágenes de la época muestran a los diputados que se dirigían a la Asamblea Nacional en barcas y al zuavo del Puente del Alma, lugar emblemático de París inundado, con los hombros bajo el agua. La navegación por el Sena quedó interrumpida, las grandes fábricas cerraron y la subida de las aguas paralizó servicios esenciales como los relojes públicos y los ascensores, agravando el caos.
Esta inundación histórica fue también la ocasión de notablesactos de solidaridad. Organizaciones como la Cruz Roja, la Liga de Mujeres Francesas e incluso los Camelots du Roi acudieron en ayuda de los afectados, distribuyendo comedores sociales, alimentos, carbón y ropa.
A pesar de los considerables daños, la inundación de 1910 no fue especialmente mortífera. Sin embargo, dejó tras de sí un elevado peaje económico y un recuerdo imborrable en la mente de los parisinos. Esta inundación centenaria sigue siendo un testimonio del poder de la naturaleza frente a los avances humanos, y un recordatorio de la necesidad de planificar con antelación y prepararse para tales acontecimientos. Hoy en día, el Sena sigue desbordándose con regularidad.
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Fuentes:
Pawlowski. Auguste. Inundaciones del Sena (Vida - siglo XX)
Wikipedia: Inundación de 1910
Fotos: Musées de Paris
Tarifas
Gratuito