¡Mucha gente en el balcón! ¿Has oído o utilizado alguna vez esa expresión que hace difícil mirar a alguien a los ojos? Pero, ¿sabe de dónde viene? Con motivo del 150 aniversario dela Ópera Garnier, le hacemos retroceder en el tiempo para disfrutar de esta jugosa anécdota.
Para ello, damos un salto al París del siglo XIX. En aquella época, los matrimonios concertados eran una práctica habitual, sobre todo entre la burguesía parisina. Los padres, deseosos de encontrar un buen partido para sus hijas, las llevaban a la Ópera Garnier, prestigioso lugar de encuentro. Vestidas con sus trajes más hermosos y enfundadas en corsés que esculpían su figura, las jóvenes ocupaban sus lugares en los balcones para ser vistas y admiradas. El objetivo era doble: disfrutar del espectáculo y, al mismo tiempo, permitir a las jóvenes aspirantes detectar posibles esposas.
Los pequeños balcones de la Ópera Garnier, con sus vistas despejadas a la sala principal y a la monumental escalinata, constituían el telón de fondo perfecto. En este contexto, los traviesos espectadores, al ver a estas jóvenes mostrando sin querer sus "activos" con sus ventajosos escote, exclamaban con humor: "¡Hay gente en el balcón!". La expresión, impregnada de ironía y frivolidad, hace referencia al aspecto ventajoso que los corsés proporcionaban a las jóvenes.
La imagen del balcón, muy utilizada en las expresiones francesas para evocar aspectos del cuerpo humano, encuentra aquí un eco particular. Como en "il n'y a plus personne au logis" (que significa que no queda nadie en casa) o "il n'a pas la lumière à tous les étages" (que significa que no hay luz en todos los pisos), el balcón se convierte aquí en una metáfora de los pechos.
Esta expresión, que ha sobrevivido a los siglos, conserva un toque de picardía, reflejo de una época en la que la elegancia y la seducción formaban parte de la vida social cotidiana. Incluso hoy en día, sigue ilustrando un lenguaje popular vivo y colorista, matizado por una alusión graciosamente atrevida. Ahora dispone de un caudal de conocimientos inútiles, pero tan interesantes de contar.
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