Le Percolateur, un bistró reconfortante en Saint-Lazare

Hoy le llevamos a Percolateur, un restaurante bistronómico cerca de Saint-Lazare, donde podrá degustar platos de temporada bien pensados ¡y devorarlos rápidamente!

A dos pasos de la Gare Saint-Lazare, un restaurante bistronómico acoge a los que buscan una buena comida. Le Percolateur, como se le conoce, abrió sus puertas hace 10 años bajo el impulso de los hermanos Madamour, Philippe y David, que han trabajado por todo el mundo, de Estados Unidos a Italia, pasando por Suiza y Brasil.

Inspirándose en estas influencias internacionales, los hermanos se instalaron en el distrito 8 con el objetivo de crear un bistró chic a la vez que relajado, con una decoración única en la que destaca una bonita colección de una veintena de percoladoras, las famosas máquinas de café de gas del siglo pasado.

En la cocina, el chef Alexandre Trognon, procedente de Maxim's y de la Maison de la Truffe, lleva las riendas desde la apertura y, diez años después, mantiene la misma pasión por los platos inventivos, los buenos productos de temporada y los maridajes bien pensados.

Al mediodía, Le Percolateur ofrece dos fórmulas, una a 29,50 euros con entrante/principio o plato principal/postre; la otra a 35 euros con entrante/principio/postre/café. Por nuestra parte, seguimos nuestros deseos para los entrantes, y escuchamos los (muy buenos) consejos del propietario para los platos principales.

A un lado de la mesa, encontramos un trío de pequeños crepes de patata sorprendentemente rellenos y cubiertos de panceta, de hecho crepes vonnassianos de Auvernia, un descubrimiento maravilloso (9 €); y al otro lado del mantel, caracoles de brioche, perfectamente especiados, no demasiado gomosos y acompañados de tiras de chorizo (12,50 €). Este almuerzo empieza con buen pie.

Luego llegan las recomendaciones del propietario, que nos dirige hacia el plato estrella de Le Percolateur: lomo de salmón whis.er.so.se (por whisky-arce-soja-sésamo; 26 €), marinado durante más de 24 horas, luego asado y servido con tallarines de arroz dorados en un wok con salsa de soja y espolvoreados con semillas de sésamo. Un plato delicioso y contundente, rico en sabores dulces y salados. Imprescindible probarlo.

También probamos el pollo cajún (26 €) servido con patatas fritas caseras, pero nos desconcertó un poco el hecho de que se sirviera con una salsa normalmente reservada para el marisco: una salsa beurre blanc. ¡Y nos sorprendió el éxito de esta combinación!

Terminamos con una nota más ligera con la crème brulée de pistacho y frambuesa (9 €) y el limón 7/15 (9 €), un nombre intrigante para una mousse de limón sorbida (y por tanto tan ligera como una nube) acompañada de hojaldre fino y crujiente y praliné rosa, que los dos jefes ya ofrecían en su anterior restaurante, Sept Quinze.