Si Jules Blot no tenía bastante con deleitar a la rue Bichat con su brunch endiablado, ahora ha abierto una segunda dirección, justo al lado. Siguiendo los pasos del Princesse Café, esta nueva dirección también ha recibido un título nobiliario: Marquis.
Aquí no hay tortitas ni sándwiches de huevo, sino bistronomía bien hecha regada con bolos. Al fin y al cabo, se trata de un lugar donde se puede comer además debeber: la manera perfecta de pasar una velada agradable. Detrás de este menú corto y siempre cambiante está Jules Blot, acompañado por dos compañeros, Julian Amar y Paul Tournboeuf.
En la pequeña terraza o en el interior de este restaurante en miniatura de códigos rudos y minimalistas, pequeños platos para compartir entre comensales -el restaurante recomienda cuatro para dos- que van desde los asequibles huevos de mayo con miso y anchoas (5 €) y tomme de oveja y pera escalfados en vino (9 €), hasta platos más elaborados -sin pasarse-.
En Le Marquis se relamerá con los calamares fritos al ajo blanco (13 €), el cangrejo entero crujiente sobre brioche tostado (16 €) con una fina loncha de bacon ahumado (¡nuestro favorito!), las alcachofas bañadas en chimichurri y cubiertas de bottarga (13 €) o el costillar de cordero, fundente, especiado con dukkah y servido con verduras de primavera (18 €).
Cocina sin florituras y un ambiente fresco para una dirección que probablemente se convierta en un lugar de visita obligada en el barrio, al igual que su hermana mayor.