Iné y sus delicados bentos japoneses en Estrasburgo Saint-Denis

Tras años en el mundo de la moda, Sarah Ueta se ha pasado a otra forma de arte: la gastronomía. Japonesa, en homenaje a sus orígenes nipones. Al darse cuenta de que en la capital faltaban lugares donde degustarauténticos bentos japoneses, elaborados por japoneses, esta antigua agregada de prensa se embarcó en un nuevo proyecto: abrir una dirección parisina donde disfrutar de bentos dignos de ese nombre.

Tras un servicio de catering que hizo las delicias de los gourmets durante un tiempo, la chef abre ahora su propia dirección permanente, Iné, a las afueras de Estrasburgo Saint-Denis. El minimalismo está a la orden del día, tanto en las paredes como en el menú. Además del menú de mediodía (un entrante, un plato principal y un postre que cambian a diario; a la hora del almuerzo que visitamos, un karaage don con salsa teriyaki), hay 3 bentos a la carta, 2 postres, y ya está.

Una vez más, la sencillez está a la orden del día, con la misma base para las tres recetas (un surtido de diferentes verduras sobre una base de arroz: zanahorias salteadas al estilo kinpira, ensalada de patatas, berenjenas en salsa de miso, calabacines asados y lombarda en escabeche, que obviamente siguen las estaciones) y la posibilidad de elegir entre tres variaciones del "Salisbury Steak": bacalao, tofu/setas o cerdo/ternera.

Una mezcla equilibrada de texturas y sabores, para degustar en el local o para llevar a un precio razonable (16,50-17,50 € en el local, 15,50-16,50 € para llevar) y acompañada de un vaso alto de té verde yuzu frío, apenas endulzado (4,50 €).

Además de su menú permanente, Iné también ofrece -una vez por temporada, sólo durante tres semanas- un bento en colaboración con Kayanoya, empresa japonesa famosa por sus productos delicatessen. De momento, un delicado y sabroso surtido (onigiri variados, judías verdes con salsa de sésamo, tortilla con queso fresco y nueces, pollo frito con salsa tártara, tsukudani con pimientos) acompañado de una sopa fría de brécol.

Y para redondear este almuerzo, una tarta de queso matcha (5,50 €) de otro mundo.

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Una dirección cuidadosamente pensada que evita los escollos de la cocina de fusión y rinde homenaje a un pilar de la cocina japonesa: el bento sano y bien construido.